Las flores, son parte de una estructura de reproducción
sexual característica de cierto tipo de plantas y tiene el propósito de
producir semillas de nuevas plantas para la perpetuación de la especie. Aunque
también se le asocian a la belleza y a los sentimientos, especialmente en la
literatura. Llegó la primavera y con ella Los
libros Florales en su tercera entrega, aquí en letrambulario radio; porque
las palabras también florecen…
Todas las espermatofitas poseen
flores que producirán semillas, pero la organización interna de la flor es muy
diferente en los dos principales grupos de espermatofitas: las gimnospermas
vivientes y las angiospermas, éste último con
más de 250.000 especies,
es un linaje evolutivamente exitoso que conforma la mayor parte de la flora
terrestre existente.
Desde siempre la poesía, la
lírica, ha escogido distintos símbolos para reflejar estados de ánimo y
sentimientos y, precisamente por ello, las flores suelen acompañar con su
presencia multitud de poemas. Las flores y su uso que ya se pueden considerar
como tópicos literarios en muchos poemas, con una larga tradición sus espaldas.
De una manera que nunca será exhaustiva vamos a tratar de centrar algo más el
papel de las flores en la poesía española.
La rosa debe ser una de las más
evocadas por su belleza, pero también porque es efímera y a menudo sirve de
advertencia a aquellos que creen que lo mundanal ha de durar, cuando es justo
lo contrario. La azucena o las flores de azahar son indicadoras de pureza, de
candor, de virginidad al lado de los lirios o de la flor del alhelí o los
nardos. La violeta o la amapola como humildes presencias, cada una en su
territorio, una en jardines y otra de manera salvaje, casi descuidada. La
margarita como señal de los estados de ánimo volubles o infinidad de flores que
aportan alegría, tristeza, melancolía, dramatismo o ternura a los poemas.
Existen multitud de libros donde
las flores tienen un papel destacado, de una manera u otra, como por
ejemplo en obras como El perfume, de Patrick Süskind donde el
protagonista Jea Batiste, emplea flores
para junto con la esencia de las mujeres que asesina, crear el mejor perfume
del mundo.
El nombre de la rosa, de Umberto Eco
se asocia a una joven de la que el franciscano novicio Adso de Melk se ha
enamorado. Relación menos que imposible y a diferencia de la película, la joven
es juzgada y sentenciada por brujería. El que el melancólico Adso nunca supiera
cómo se llamaba su único amor terrenal se basa en el verso de Borges “Todo lo
que queda de una rosa muerta es… su nombre”
El Principito, de
Antoine De Saint-Exúpery encontramos que se trata del ego, personaje que nos
pone de manifiesto el amor del principito. La Rosa no es una flor cualquiera,
es su amor. Es espléndida, es magnífica entre otras muchas, y es única en su
«planeta». Ha habido otras, pero ésta es la que ha «florecido» y perdura, es la
metáfora de la mujer que ama, que se ha quedado para siempre en su corazón.
Bonita, huele bien, perfecta y, al mismo tiempo, llena de imperfecciones. Es
frágil, hay que cuidarla, mimarla, estar siempre atento; además es orgullosa,
vanidosa, egoísta y mentirosa. Aun así es su flor, única entre otras. Pone de
manifiesto la inocencia del principito, su inexperiencia. Responsable de la
huida del principito por crearle una gran confusión con su forma de hacer o
decir las cosas.
Finalmente, de Alejandro Dumas,
en La dama de las camelias, Margarita
Gautier, la protagonista, enamorada de Armando Duval, sin familia, es una chica
cortesana relacionada con muchos caballeros, entre los que destacan el duque y
el conde. Nació en el campo, pero abandonó a su familia para vivir en París,
donde se destacaría por su vida licenciosa y sus grandes gastos, además de por
estar siempre acompañada de un ramo de camelias: blancas, si estaba disponible
o rojas, si no lo estaba.
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