Un inmortal es
aquel que tiene una existencia indefinida o infinita. A lo largo de la historia,
los seres humanos han tenido el deseo de vivir para siempre, aunque solo se
recuerden sus méritos o sus errores. Estas son Las letras eternas: Los inmortales de letrambulario radio; porque
las palabras también son inmortales.
Para adentrarse
en la inmortalidad, es hace necesario reconocer primero, la fatalidad de la
existencia humana. En efecto, ningún otro ser vivo parece ser consciente de su
finitud, de lo fugaz de su tiempo en esta tierra. Una existencia tan sólida
como un mar de cristal. Por ello, es tan crítica la pregunta elaborada por
Camus, ¿Qué sentido tiene la vida de ser vivida? Preguntarle a Sísifo si tiene
sentido su constante labor de recoger la roca es lo mismo que preguntarnos
¿Para qué vivir? ¿Para qué el esfuerzo constante del aprendizaje? ¿Para qué
mantener las convenciones y formalismos sociales? ¿El esfuerzo estéril de
planear hacia el futuro? Todo esto cuando la única certeza es que tarde o
temprano, nos van a guardar y dejar bajo tierra dentro de un costoso estuche.
Se dice que en las
sociedades iniciáticas antiguas y en algunas fraternidades modernas que reviven
estos ritos, el iniciado que desea pasar a grados superiores es inquirido en
cuanto a su deseo de ser inmortal. Para entender la inmortalidad, se debe
recitar fragmentos de piezas hermosas y eternas: Homero, Virgilio, Plutarco,
Shakespeare, Keaton… y entender que, ´lo bello es real, pero también lo
hermoso se hace eterno porque enamora al mundo´.
Claro está que la literatura,
cine y teatro no queda fuera del campo, Basta recordar la obra de Oscar Wilder,
´El retrato de Dorian Gray´ o el castigo impuesto por los dioses a
Sísifo, quien nunca muere, pero encuentra una existencia ridícula. Otro
ejemplo, el autor de Peter Pan, James
Mathew Barrie sufría de criptorquidia. Interesante, dado el contenido de la
obra: Niños que no maduran, no envejecen y siempre se mantendrán como
inocentes. Bien se puede desprender la conceptualización de perder la ´inocencia´
en la medida que notamos que la inmortalidad no es posible. Otras
apelaciones más a la inmortalidad en formas discursivas. El cristianismo con su
invitación a alcanzar la vida eterna sin dejar de reconocer que, para ello hay,
una invitación a beber la Sangre. En muchas ocasiones he argumentado lo cercano
de esta conceptualización cristiana y la figura del Vampiro, dicho sea de paso,
otra narrativa en apelación a la Vida Eterna que sigue dominando la ciencia
ficción.
Pero no nos quedemos con lo poco conocido. La
literatura de la ciencia ficción durante los años ochenta generó una fijación
con los personajes inmortales. Karl Edward Wagner escribe la historia de Kane,
un misterioso guerrero que luego de aniquilar a su gente recibe el castigo de
la inmortalidad por parte de sus dioses. Susan Cooper publica en 1979, The
Dark Is Rising, otra novela donde los seres inmortales están obligados a
vagar por la Tierra haciendo el mal o el bien.
Probablemente en el contexto de la ciencia ficción
ochentera en relación con la inmortalidad sea el personaje creado por Gregory
Widen, ´Highlander´ (el escocés inmortal) el más famoso de todos.
Widen vendió los derechos de autoría pero la esencia de su personaje trajo de
vuelta la música Queen y además resucitó la pasión por las espadas,
particularmente la katana japonesa pero otras menos conocidas: La Schiavona,
la escocesa Sinclair Hil y la Mortuoria Inglesa, llamada así por
ser la espada que decapitó a Carlos I.
Y sin embargo, pese a pros y
contras, la pregunta de Farrokh Bomi Bulsara (más conocido como Freddie
Mercury) sigue siendo tentadora: ¿Quién quiere vivir para siempre? Como lo
veremos en las degustaciones de hoy…
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