La literatura
data desde hace muchos siglos y se considera como una de las bellas artes desde
la Antigua Grecia, debido a la belleza con que describe el mundo y además,
porque es utilizada como medio de expresión. La pintura, por otra parte, es una de las
expresiones artísticas humanas más antiguas y una de las seis Bellas Artes.
Desde un principio. Los hombres
primitivos utilizaban la pintura para contar lo que les ocurría y expresar lo
que cada uno sentía, debido a que no tenían un lenguaje definido. "En el
siglo V a.C., Simónides de Ceos decía que la pintura debe ser una poesía muda y
la poesía una pintura que hable". Muchos pintores, especialmente del
surrealismo, dejaban pistas en los cuadros para interpretarlos (textos
literarios o libros).
Por ello, muchas
obras literarias tienen un argumento basado en algún cuadro u obra artística ya
sea real o ficticia, como los caso del El retrato de Dorian Gray y demás
ejemplos que a continuación veremos:
EL CÓDIGO DAVINCI: la obra más leída de Dan Brown
tomaba como referencia la famosa Mona Lisa de Leonardo da Vinci en una intriga ambientada
principalmente en el famoso Museo del Louvre de París, lugar donde la obra
luce salpicada por mil flashes diarios de teléfonos japoneses. La obra,
conocida por su ambigüedad, contenía el código que conduciría al protagonista:
Robert Langdon, a través de su cruzada con tal de descubrir el paradero
del Santo Grial. Otros famosos cuadros de la galería, como La Virgen de las
Rocas, tuvo también su presencia a lo largo de las páginas del famoso thriller
publicado en 2003.
LA
JOVEN DE LA PERLA: La novela publicada por Tracy Chevalier
en 1999 narraba la historia de la sirvienta que sirvió de inspiración para el
famoso cuadro del pintor holandés Johannes Vermeer, también
conocido como “Muchacha con turbante” o “La Mona Lisa del Norte”. La novela,
ambientada en el pueblo de Delft, en Países Bajos, narra la llegada a casa de
Vermeer de una joven pobre llamada Griet, quien tras convertirse en su
sirvienta termina posando para su cuadro más famoso luciendo los pendientes de
perlas de la esposa de éste.
EL
JILGUERO: El cuadro “El jilguero”, finalizado por el pintor
holandés Carel Fabritius en 1654, fue utilizado por la escritora Donna
Tartt como portada, título y símbolo narrativo en su novela
homónima, ganadora del premio Pulitzer en 2014. La importancia
del cuadro en la novela recae en la relación entre el protagonista, Theo, y su
madre, fiel admiradora de esta obra de arte en el Museo de Arte Metropolitano
de Nueva York, lugar en el que se encuentran horas antes de que una bomba
marque el devenir del resto de la novela.
LA TABLA DE FLANDES:
La famosa novela de Arturo Pérez-Reverte se inspiró en el óleo
Mujer del canciller Rolin, del pintor
flamenco Jan van Eyck, para dar vida a la pintura ficticia La partida
de ajedrez de Peter Van Huys, pieza angular de la espiral de misterios que
se dan en esta novela en torno al cuadro descubierto por la protagonista,
Julia. Una obra que podría contener un secreto que cambiaría la
historia de Europa.
En cierto modo
la literatura y las artes (como la pintura y la arquitectura, entre otras) están
presentes a lo largo de toda nuestra vida, y definen nuestra forma de ver el
mundo. Los libros, al igual que los cuadros nos ofrecen narraciones, metáforas,
ya sean reales o ficticias; porque son constructores de una historia o relato,
y ambos deben ser leídos (palabras o imágenes pictóricas) Se podría considerar
a un cuadro como un libro, sólo que está escrito con signos completamente
diferentes a las palabras, como veremos en las degustaciones de hoy…
Escúchanos este y todos los viernes a las 20 horas, tiempo de México por www.radiomorir.com radio cultural por internet
No hay comentarios:
Publicar un comentario