

El avistamiento
de una criatura que rompe con lo establecido según las leyes naturales,
usualmente se considera algo sobrenatural y más que nada, peligroso. Autores de
la antigüedad han mencionado tales criaturas y nos cuentan el aspecto, las
habilidades y su modo de vida. En la literatura, los monstruos tienen su lugar
de honor junto a héroes y villanos de todos los tiempos
Así pues,
abramos el monstruoso libro de los monstruos: toma 2 en Letrambulario; porque las palabras también son monstruosas.
La palabra Monstruo (del latín Monstrum: Presagio) es usualmente usada
para describir algún ser inusual, peligroso, y especialmente: grande. Estos
seres que poseen elementos animales, humanos o incluso necrológicos, así como
ciertas habilidades sobrenaturales; aparecen desde los antiguos relatos cuyos
autores se han basado en tradiciones orales como El Cantar de los Nibelungos de autor anónimo con antagonistas
mágicos, o La Odisea de Homero con
sus gigantescos Cíclopes.
Es de suponer
que la literatura no ha sido nada ajena a hacer realmente ilimitada la lista de
monstruos y personajes monstruosos. Desde leyendas y relatos orales, mitos,
cuentos populares sin autor conocido, hasta obras de variados géneros escritas
en recientes siglos, décadas y años, es posible hallar personajes que en mayor
o menor grado, tanto en el ámbito de la ficción realista como maravillosa y
fantástica, presentan las características de anormalidad, espanto, exceso,
fealdad o excepcionalidad del ser monstruoso.
Autores como Mar
Shelley, Bram Stocker, Herman Melville y Delos W. Lovelace, han creado a los
más memorables monstruos de todos los tiempos como Frankenstein, Drácula, Moby
Dick y King Kong respectivamente. Aunque éstos ejemplos difieren en cuanto el
concepto del bien y del mal; el resultado es que todos representan peligro, ya
sea por el instinto agresivo que su naturaleza guarda, la maldad que el hombre
mismo les induce, y ocasionalmente; los verdaderos monstruos son aquellos
humanos que vemos a diario, capaces de cometer las más bajas acciones por
simple codicia. Es común que cada nación en el mundo posea sus propios
monstruos, ya sea míticos o verdaderos, a favor o en contra del hombre, estos han
trascendido y seguirán trascendiendo en
cada vuelta de página.